El pasado viernes, 26 de diciembre, pude volver a la actividad sota tras una temporada de mal tiempo y compromisos diversos. En esta ocasión mi objetivo fue Peñas Blancas, con referencia sota EA1/LE-239 y una altura de 1771 metros. Es una cima próxima a la provincia de Palencia que llevaba tiempo en mis planes. Sobre el mapa encuentro dos posibles caminos de ascenso. El primero es por el norte, desde la carretera LE-233, la oeste del pueblo de Besande. Tiene la ventaja de partir desde buena altura, a unos 1400 metros. El segundo es desde el pueblo de Caminayo. Está más bajo, unos 1200 metros. Pero tiene el aliciente de seguir un trecho del Camino Olvidado, uno de los múltiples caminos de peregrinación a Santiago de Compostela. Además, es ladera sur, más propicia para ascensos en invierno.
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| Peñas Blancas, haciendo honor a su nombre |
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| La Sota |
Caminayo es un pueblo muy pequeño, pero estamos en vacaciones de Navidad y apenas encuentro un lugar para dejar el coche. No hay mucho espacio. El pueblo está bien cuidado. Al inicio del pueblo, hacia el norte, parte una pista amplia que va ascendiendo suavemente por las laderas. Hay un poco de nieve, más bien escarcha, sobre la pista. A los lados sí que hay algo más de nieve, pero se camina sin dificultad.
Pronto tengo a mis espaldas una vista espléndida: la cima de Peñacorada coronada de nieve. El cielo tiene un azul limpio de invierno. A los lados de la pista robles con pocas hojas, todas secas. El sol apenas calienta un aire muy frío.
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| A la salida del pueblo sobresale la cima de Peñacorada con nieve |
Aunque la pista tiene diversas bifurcaciones, sigo el track que llevo en el GPS. La pendiente no es fuerte y se camina siempre con comodidad. Encuentro un banco estratégicamente situado para contemplar un paisaje grandioso.
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| Un banco para descansar y contemplar el paisaje |
Sigo para arriba. Entro en un bosque de robles, casi sin hojas. El suelo, todo blanco, está cubierto de hojas muertas. Al fondo la pared, cubierta en parte de nieve, de Peñas Blancas. Bonito paisaje.
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| Robledal casi sin hojas y Peñas Blancas al fondo |
El paisaje cercano va cambiando a medida que asciendo. Dejo el robledal y salgo a una zona de retamas. Más tarde entro en otro bosque con árboles más grandes. Robles, la mayor parte, pero también encuentro algunas hayas imponentes.
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| Hayas y robles más grandes |
La pista tiene cada vez más nieve. Hay unas marcas de ruedas de vehículos que han pasado los días anteriores. A veces compensa caminar por el centro de la pista para evitar resbalones. Pero sigo avanzando cómodamente. La pista hace algunos giros y salgo del bosque de nuevo. He tomado altura y con la atmósfera transparente puedo ver otras montañas más lejanas con cumbres cubiertas de nieve.
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| A medida que gano altura, aparecen cumbres nevadas más lejanas, hacia el oeste |
Ya próximo al Collado del Henal, encuentro un cartel que recuerda que esto es camino de Santiago. Voy pisando por una capa cada vez más gruesa de nieve. Cometí el error de dejar las polainas en el coche. Por lo demás voy bien equipado, afortunadamente. La pista gira hacia el sur y mi objetivo está hacia el norte. Ante mí tengo un tupido monte de retamas y pinos imposible de atravesar. Hay un momento de duda.
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| Camino Olvidado a Santiago |
Avanzo un poco siguiendo la pista y encuentro pronto una bifurcación que parte hacia el norte entre retamas y pinos. ¡Este es mi camino! Por primera vez encuentro una pendiente fuerte.
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| Pista hacia el norte entre retamas y pinos |
Tomo esta pista. También ha pasado por aquí algún vehículo haciendo más fácil el ascenso. La pendiente es fuerte pero corta. Pronto llego a la parte superior desde donde puedo contemplar las cumbres cercanas entre las que destaca el Espigüete y, más cerca, el Peñón de Arbillos, una de las sotas que tengo pendientes.
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| Al fondo el Espigüete. Más cerca el Peñón de Arbillos |
De frente, tengo una vista completa de Peñas Blancas, mi objetivo para hoy. La pista desciende un poco. A continuación, está la ladera rocosa y suave de Peñas Blancas. Me queda un kilómetro hasta la cumbre. No parece difícil.
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| La pista gira un poco a la izquierda. Desde allí el acceso a Peñas Blancas parece sencillo |
Desciendo un poco hasta que la pista pisada acaba bajo un pequeño acantilado de rocas. Tengo que sobrepasar unas retamas y trepar con cuidado entre las rocas hasta alcanzar la ladera suave que lleva a la cima. ¡Me temo que me voy a mojar!
Con mucho cuidado, pero sin dificultad, supero el pequeño acantilado y una vez arriba, tengo a la vista la cima de Peñas Blancas. Como es habitual en la Cordillera Cantábrica, la roca es caliza e irregular. Hay grandes rocas y espacios entre ellas. En ocasiones esos espacios están poblados de retamas. La nieve cubre casi todo. No sabes si bajo la capa blanca hay roca, plantas o vas a pisar en vacío.
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| La cima de Peñas Blancas a la vista. La nieve lo cubre casi todo |
Empiezo el ascenso final a la cumbre. Lo ideal es pisar sobre rocas. Pero en muchas ocasiones solo veo nieve. Si bajo ella hay roca, no hay problema. Si hay una retama, puede que te sostenga o puede desequilibrarte. Si hay un hueco lleno de nieve, puedes caer. Caer sobre nieve no tiene más problema que mojarte un poco. Pero si metes la pierna entre rocas grandes, puedes quedar atrapado o romperte una pierna. Tengo que ir tanteando el terreno con los bastones. No puedo dar un paso en el vacío. Cada pisada tiene que estar asegurada. Debe haber terreno más o menos firme allí donde pise. Esto hace muy lento el avance.
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| Panorama acercándose a la cima |
Por mi cabeza se pasa la idea de abandonar. Pero después de todo el esfuerzo, no parece buena idea. Con prudencia estoy seguro de llegar a la cumbre sin incidentes. Sin nieve, esta subida por roca podría llevarme unos 20 minutos. En estas condiciones me llevó aproximadamente una hora. En efecto, no hubo incidencias, pero resultó agotador. Arriba el panorama es grandioso.
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| Al noreste. Espigüete y Peñón de Arbillos. Entre los dos destaca a lo lejos el Curavacas |
Las montañas cercanas más prominentes son el Espigüete, y, más a la derecha el Peñón de Arbillos. Entre los dos, más lejos, un pico doble: el Curavacas. Al norte y al oeste una sucesión impresionante de cumbres nevadas.
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| Panorama de 360 grados desde Peñas Blancas |
La cumbre, como toda la montaña, está cubierta de nieve. Tengo que moverme con cuidado. No hay mucho espacio y bajo la nieve no se sabe qué puede haber. Aunque hay un poste de hierro que parece firme y sería adecuado para fijar la caña, prefiero usar la antena vertical. Requiere menos utensilios, y menos desplazamientos por la cumbre. Pero no es sencillo sujetarla. Tengo que buscar tanteando entre la nieve un lugar donde fijarla. Por fin, consigo dejarla vertical, aunque no parece una fijación muy sólida.
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| Todo listo en la cumbre |
Tengo una roca plana, aunque cubierta de nieve, sobre la que pongo una capa impermeable que me sirve para sentarme y dejar algunos utensilios sin que se mojen. Antes de empezar, la antena se cae empujada por una suave brisa. Tengo que buscar un nuevo lugar para fijarla y apoyarla sobre una piedra grande.
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| Impresionante paisaje desde mi punto de transmisión |
Me van respondiendo de toda Europa a ritmo de un QSO por minuto. Sin grandes aglomeraciones, pero sin pausa va pasando el tiempo. La antena sigue fija en su sitio. No hay viento, se está cómodo en este sitio. En ningún momento he pasado frío. Me pasan reportes relativamente buenos. Pasadas las dos y media, no tengo más corresponsales. He completado 23 comunicados con toda Europa. Ninguno de cumbre a cumbre. Pero priorizo la seguridad. Es suficiente por hoy. Lanzo un QRT y apago el equipo.
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| Horizonte al norte de Peñas Blancas |
Con cuidado recojo todos los equipos. La base de la antena se ha mojado. También algunos cables. En casa tendré que sacarlos y dejarlos secar. Con todos los equipos recogidos, antes de descender, me tomo un bocadillo. Necesito energía para el descenso. Compruebo que no dejo nada en la cumbre y emprendo el regreso.
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| Paisaje a media ladera |
Ya han pasado todas las posibles dificultades. Desde aquí solo hay que seguir la pista por la que llegué por la mañana. El esfuerzo, por la nieve de la ladera, ha sido intenso. Remonto la primera cuesta hasta el punto más alto. Aquí paro para tomarme otro bocado bien merecido. A mi lado tengo una montaña imponente. Más tarde la identifico como La Lampa, con referencia sota EA1/PL-014. La había subido en julio de 2022, y fue mi primera activación en la provincia de Palencia. Entonces la ascendí desde el este. Ahora me parece que una ruta alternativa interesante sería subirla desde Caminayo.
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| La Lampa, EA1/PL-014, vista desde el oeste |
Sigo por la pista hacia abajo. El sol ha derretido parte de la nieve. Hay más barro. Llego de nuevo al Camino Olvidado. Camino a buen ritmo. En algunos tramos procuro pisar por el centro de la pista, donde hay más nieve. Los bordes están helados y es fácil resbalar. Cruzo de nuevo el bosque de robles y hayas. Me voy acercando al pueblo. Ahora el sol está al oeste y muy bajo. Casi deslumbra. La luz es diferente de la de la mañana.
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| El banco de la mañana ha cambiado de aspecto. No hay nieve |
Paso ante el banco que me llamó la atención por la mañana. Ahora apenas hay nieve. Sería un buen momento para sentarse a contemplar el paisaje. Pero quiero llegar pronto al coche. Sigo mi camino sin detenerme. Cuando me doy cuenta he llegado a la carretera. No he tomado un desvío directo al pueblo. Tendré que retroceder por la carretera, cuesta arriba, otro kilómetro.













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